Seguridad Alimentaria
Nuestro planeta está exhausto y la población sigue creciendo y necesitando consumir recursos de todo tipo, entre ellos, por supuesto, alimentos. La posibilidad de proporcionar alimentos seguros, saludables y suficientes a los seres humanos se conoce como “seguridad alimentaria”. Según el último informe de las Naciones Unidas, la población mundial alcanzará los 9,800 millones de personas para el 2050 y dos tercios de esta población vivirá en zonas urbanas.
Al aumento de la población y al consecuente incremento de la producción alimentaria debemos añadir los efectos del cambio climático en los cultivos y el aumento de la desigualdad, lo que genera, hoy en día, una preocupación galopante hacia la capacidad futura del planeta para alimentar a la población mundial si continuamos con las prácticas tradicionales.
Actualmente, según la Federación de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agricultura tradicional tiene efectos bastante perjudiciales para la salud ambiental de nuestro planeta. La agricultura representa la mayor proporción de uso de la tierra por el hombre lo que, aunado al aumento del uso del suelo urbano, afecta el porcentaje que destinamos a reservas naturales, fundamentales para el equilibrio medioambiental, además este tipo de cultivo contribuye a la degradación de la tierra, la salinización, el exceso de extracción de agua y su contaminación, la reducción de la diversidad genética agropecuaria y es la mayor fuente antropogénica de gases responsables del efecto invernadero, metano y óxido nitroso.
Renovación del modelo
Por todo lo anterior, es fundamental que renovemos el modelo de agricultura hacia formas más sostenibles, eficientes e inteligentes de aprovechar el espacio y los recursos. Asimismo, este tipo de agricultura desperdicia los recursos que utiliza y que produce, en promedio, el 34% del total de la producción termina en vertederos debido a ineficiencias durante el procesamiento, almacenamiento y transporte y los productos pierden no sólo su frescura en el transporte sino el 45% de su valor nutricional cuando llegan a los estantes de los mercados, sin olvidar que se desperdician 40,000 millones de litros de agua por riego deficiente anualmente.
Como un faro de esperanza, surge la agricultura vertical, este modelo nació en los Estados Unidos en 1999 pero durante los últimos cinco años ha comenzado a expandirse por todo el mundo: Japón, Singapur, Corea del Sur, Arabia Saudita, Noruega, Alemania, Holanda, Francia y Reino Unido así como Estados Unidos, Canadá y México ya poseen granjas verticales que cultivan y comercializan con éxito gran variedad de hortalizas, vegetales y flores.
Agricultura vertical, la nueva apuesta
La idea es transformar los espacios urbanos para que pasen de gigantescos consumidores de recursos a productores sostenibles de alimentos con la finalidad de dar un mejor uso a las hectáreas de nuestro planeta, además de reducir la huella de carbono y aumentar el porcentaje destinado a los santuarios naturales tan importantes para la biodiversidad, la reducción del efecto invernadero y la sanación del ciclo del agua, al mismo tiempo que nos alimentamos de una forma mucho más saludable.
La agricultura vertical en espacios controlados mediante inteligencia artificial y automatización de procesos permite cultivar en capas apiladas verticalmente gracias a técnicas de cultivo sin suelo como la hidroponía y la aeroponía hasta un 80% de los alimentos actualmente consumidos.
Granjas verticales vs granjas tradicionales
Las granjas verticales emplean un 99% menos de terreno y un 95% menos de agua que las granjas tradicionales. Cada hilera de plantas produce 400 veces más comida por acre gracias a que los cultivos no están expuestos a las inclemencias del clima y las estaciones, los desastres naturales, las plagas y los pesticidas, pues se monitorean los patrones de crecimiento ajustando los factores ambientales (agua, luz y temperatura) según las necesidades del cultivo, además, paneles de luz LED mantienen las condiciones de crecimiento de la luz solar durante 24 horas al día, lo que incrementa la velocidad y la capacidad de producción.
Esta tecnología también pretende insertarse en las viviendas y en los espacios de trabajo para contribuir al concepto de soberanía alimentaria que fomenta una alimentación saludable, nutritiva, accesible, sostenible y ecológica al alcance de cualquiera.