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Programación del sí automatico

La sociedad nos educa para complacer, encajar, aceptar y no estorbar. Desde pequeños, comienza la programación del sí automático,  De esta forma, vamos desarrollando un vacío, una especie de miedo social al qué dirán una vez que respondamos: “No, gracias”, “no se puede” o “no me interesa”. Aprender a decir no, un hábito saludable y necesario

Las emociones que acechan ante el no

La culpa, la ansiedad y la decepción acechan ante la sombra del “no” en cualquier ámbito de nuestra vida: personal, laboral, sentimental, familiar, etc. Pese a que, cuando somos pequeños, el “no” es una de las primeras palabras que aprendemos y utilizamos. Ojo, no buscamos con este artículo convencer a nadie sobre los beneficios de la negatividad sino de comprender lo que realmente conlleva decir “sí” cuando la necesidad real es contestar lo contrario.

El rechazo

Entonces, por qué al crecer nos es tan complicado decir no, precisamente, porque esta negación es un pase directo a enfrentar uno de los mayores miedos del ser humano: el rechazo. Esta disociación genera desequilibrios y comportamientos poco saludables a mediano y largo plazo porque necesitamos estar en armonía tanto en el yo individual como en el yo colectivo.

Decir  No en el entorno laboral

En el entorno laboral, decir siempre que sí puede generar estrés, saturación, desorganización, procrastinación, pérdida de creatividad, desenfoque, desinterés, desmotivación e, incluso, depresión. El empleado se siente desbordado, pierde la capacidad de priorizar y jerarquizar acciones por el miedo al despido o al rechazo del grupo de trabajo.

Reconoce la necesidad de decir no

Entonces, una vez reconocida la necesidad de decir “no” de forma saludable, debemos aprender cómo hacerlo. Todo comienza por analizar bien la situación, las limitaciones, las implicaciones personales y sociales para decir no sin arrepentimientos porque no nos hemos dejado llevar por las reacciones instintivas y la irracionalidad de las emociones.

Se asertivo

A esto se le llama asertividad; Güell y Muñoz (2000) la definen como “la expresión de los propios intereses, creencias, opiniones y deseos de manera honrada, tranquila, sin sentimiento de culpa y sin perjudicar ni agredir los deseos, intereses o los derechos de los otros”.

Entrena la asertividad

La asertividad se entrena y, para ello, debemos tener claros nuestros deseos, anhelos y necesidades así como los del otro. Debemos ser capaces de practicar la empatía para ser respetuosos al decir no sin dar demasiadas justificaciones y/o explicaciones y sin caer, por supuesto, en alzar el tono de voz o usar expresiones malsonantes. Aprender a decir no, un hábito saludable y necesario

Antes de decir que no, utiliza la fórmula: “Te entiendo, te comprendo pero yo no puedo, no estoy de acuerdo…”, esto suavizará la rudeza del no, ya que partimos de la empatía.

Recuerda que la práctica hace el maestro, busca situaciones cotidianas que no te parezcan graves y practica el no a secas. Por ejemplo, cuando estés en el supermercado y te ofrezcan bolsas de plástico, simplemente di: “No, gracias”. Sin más justificaciones.

Otra técnica es ofrecer una respuesta que te permita un tiempo para analizar la situación y tomar distancia, responde, por ejemplo: “Dame oportunidad de analizarlo con calma y te respondo más tarde”.

El silencio como respuesta negativa

Utiliza también el silencio como respuesta. La ausencia de respuesta suele percibirse como una respuesta negativa en sí misma que suele terminar en incomodidad y en que el otro decline por sí mismo su ofrecimiento casi de forma automática sin necesidad de comprometernos.

 

 

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