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Mundo adulto actual

El mundo adulto actual se aleja del dolor, queremos relaciones perfectas, partos sin dolor, perder peso sin dolor y cualquier cosa que suponga dolor nos hace salir corriendo. La importancia de conocer y enfrentar las heridas de la infancia

El dolor es necesario

No obstante, el dolor es tan necesario en nuestra vida como la alegría. Alejarnos de este dolor acaba, muchas veces, siendo la causa de nuestra desgracia, nunca ignorarlo y barrerlo bajo el tapete de las obligaciones para que no se convierta en sufrimiento. La importancia de conocer y enfrentar las heridas de la infancia

Dolor y sufrimiento no son sinónimos

El dolor y el sufrimiento no son sinónimos; cuando hablamos de dolor nos referimos a la reacción física o psicológica externa que nos genera una reacción de malestar primario sobre la que no tenemos responsabilidad, ejemplos: la pérdida de un ser querido; mientras que el sufrimiento es la decisión personal de permanecer en el dolor de forma crónica y atemporal, por ejemplo, caer en depresión tras la pérdida.

 

Habla y reconoce aquello que te duele

Hablar de dolor nos lleva a reconocer que hemos sido heridos y el sufrimiento que conlleva ignorar durante la vida adulta estas heridas afecta seriamente nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.

Así, para hablar de heridas, debemos remontarnos al origen: la infancia, porque todas las heridas posteriores son una prolongación de estos primeros dolores que constituyeron la base de nuestras carencias y comportamientos afectivos de adultos.

 

Atiende y enfrenta tu situación

Los adultos siguen siendo esos mismos niños heridos, el dolor desatendido se convierte en sufrimiento y no desaparece si no se atiende, si no se enfrenta y se abraza. Además, estas heridas atraen realidades paralelas, los únicos que podemos hacernos cargo de esos niños somos nosotros mismos,  hoy queremos presentarte las 5 heridas más habituales durante la infancia y sus consecuencias en el comportamiento del adulto.

Primer lesión

La primera herida es el rechazo y se presenta en los primeros años de vida a través de los padres, tanto desde el rechazo literal y directo al hijo como del rechazo más indirecto a ellos mismos.  Esta herida genera adultos solitarios, creativos, imaginarios, con una fuerte incapacidad para vincularse.

Segunda lesión

La segunda herida es la del abandono. Esta herida es una ausencia de la protección, de la autoridad, del cuidado y del amor de un padre o de una madre. Alguien con esta herida no establece relaciones. saludables, no sabe poner límites, es dependiente y víctima. Ser víctima los hace atraer verdugos y no adquirir aprendizaje de lo vivido para perpetuar el rol de víctima.

Asimismo, son adultos sin estructura, incapaces de terminar lo que comienzan y se sienten “abandonables”, no merecedores. Ellos mismos se abandonan en sus propios proyectos y deseos.

Tercer lesión

La tercera herida es la de humillación. Estos niños recibieron mensajes peyorativos y despectivos de sus padres, de vergüenza y rechazo a su esencia. Son adultos limitados e incapaces de ser ellos mismos, además, tienen bloqueada su sexualidad y el placer por una relación sumamente controladora y tóxica por parte de los padres y de sus expectativas y control.

Cuarta lesión

La cuarta herida es la de la traición. Son niños que vivieron en un entorno donde la confianza en los padres se rompió y esta ruptura marcó fuertemente su confianza en los demás,  por lo tanto, son adultos iracundos y desconfiados con un alto y continuo mecanismo de defensa por su incapacidad de tratar la incertidumbre, llenos de pensamientos negativos que les provocan una necesidad de control constante.

Quinta lesión

La quinta herida es la de la injusticia. Son niños sin infancia con padres autoritarios, rígidos, lejanos e inflexibles que los alejaron del juego, de la posibilidad de equivocarse y de conocerse, por lo que son adultos metódicos, correctos, estructurados pero incapaces de ser vulnerables, espontáneos, con bloqueos emocionales que funcionan por comandos e incapaces de dar amor, incluso, en lo sexual pues su capacidad de disfrute está rota y acaba siendo una obligación más que debe cumplir.

No tengas miedo y busca ayuda.

Revive el dolor de tu infancia si está bloqueado para aprender a trabajar y construir una mejor personalidad que la desarrollada, expresa tu dolor para liberar el comportamiento y poder habilitar otras formas de ver el mundo. Llora todo lo que tu niño sufrió, abrázalo y abrázate, no tengas miedo y busca la ayuda de un buen terapeuta que te acompañe en el camino.

 

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