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Si te has propuesto en múltiples ocasiones poner en orden tus finanzas para alcanzar determinados objetivos financieros ya sea a corto, mediano o largo plazo y no has conseguido un cambio significativo puede que necesites conocer estos cuatro elementos para analizar profundamente si alguno o varios de ellos están impactando en tus decisiones de compra y en tus hábitos de consumo y, por tanto, en tu prosperidad financiera.

Psicología del consumo

El primer elemento que mencionaremos es lo que se conoce como psicología del consumo o psicología del consumidor. Esta rama de la psicología multidisciplinar se remonta a comienzos del siglo XX cuando el psicólogo J. B. Watson empezó a analizar cómo las personas se comportaban frente a diversos productos y servicios, entonces, se descubrió que nuestras decisiones de compra poseen una fuerte carga simbólica acerca de nuestra propia identidad y que estas decisiones pueden condicionarse a través de determinadas reacciones emocionales. Evidentemente, todo este conocimiento es fundamental para las empresas a la hora de diseñar una campaña de marketing efectiva pero también el consumidor necesita comprender y dimensionar esta realidad a la hora de tomar decisiones de consumo verdaderamente conscientes y no solamente ligadas a las estrategias de persuasión del marketing. Por ello, antes de comprar, es importante preguntarse si la decisión satisface verdaderamente una necesidad propia y real o es producto del hedonismo y de la satisfacción inmediata que alienta la marca.

Gratificación inmediata

El siguiente aspecto que debemos considerar es la evolución cultural y biológica como sociedad y como individuos. Concretamente, trataremos el concepto conocido como deseo de gratificación inmediata. El antropólogo Spencer Wells descubrió que, en los inicios de nuestra civilización, concretamente, antes de que se inventara la agricultura, el ser humano no sabía si ese árbol de manzanas que había encontrado volvería a cruzarse en su camino al regresar de cazar, por lo que, de forma inmediata, aprovechaba y consumía lo que encontraba de forma fortuita y ese deseo de gratificación inmediata permanece en nuestra información genética hasta la fecha, aunque nuestra realidad sea muy diferente a la de nuestros antepasados. Por ello, muchas personas sienten un deseo apremiante de gastar de forma inmediata al recibir el pago de sus quincenas y se lanzan a un consumo excesivo. 

Autosabotaje financiero

Continuamos con el tercer elemento que hace referencia a nuestro ambiente familiar. Ya hemos hablado del fuerte condicionamiento que ejerce nuestro entorno familiar a la hora de construir nuestro sistema de creencias y cómo estas creencias impactan de forma inconsciente en nuestras decisiones, pues bien, el ámbito financiero no queda excluido de este entorno. Si hemos estado expuestos desde pequeños a un ambiente sin una educación financiera sólida, quizás no tengamos los cimientos más sólidos para tomar las mejores decisiones de compra. Puede darse también el caso de haber crecido en un entorno donde las asociaciones hacia el dinero sean conflictivas y esto conlleve a un autosabotaje en términos financiero, por ello, es muy recomendable intentar desvincular la crianza y las emociones a la hora de establecer nuevos hábitos financieros, debemos comprender que el dinero es una herramienta que debe ser utilizada sin carga emocional y, para llegar a este punto, es importante visualizar cuáles han sido las asociaciones financieras negativas y limitantes que hemos recibido a través del entorno familiar.

Gastar o Invertir

Por último, vamos a analizar nuestros propios hábitos para detectar si están más orientados hacia la riqueza o hacia la pobreza, ya que, como sabemos, los hábitos tienen un alto impacto en el comportamiento financiero. Para ello, en lugar de proporcionar una larga lista de hábitos de un tipo o de otro, lo que nos interesa es esclarecer los parámetros de determinación para que cada quien pueda cribar sus hábitos; estos parámetros se basan en diferenciar dos conceptos básicos: gastar e invertir. Al gastar, nos dejamos llevar por el deseo inmediato mientras que, al invertir, en un mediano o largo plazo, obtendremos un beneficio mayor. Además, para decidir si se trata de un gasto o de una inversión, tendremos que haber determinado previamente cuáles son nuestros objetivos financieros porque son estos los que realmente van a acabar colocando una etiqueta u otra en la decisión de compra. De este modo, los hábitos hacia la riqueza están más enfocados en invertir y los hábitos hacia la pobreza están más orientados hacia el gasto.

Estrategia financiera sólida

Esperamos que los conceptos expuestos en este artículo contribuyan a fortalecer las bases fundamentales de la libertad y la prosperidad financiera en tu vida a través de hábitos de consumo más saludables, equilibrados y conscientes que obedezcan más a una estrategia financiera sólida que a la satisfacción de impulsos biológicos irracionales e innecesarios o a hábitos poco inteligentes adquiridos en las etapas tempranas de nuestra vida.

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